#RosarioParanormal Los perros suicidas del Parque España

by Maria Fernanda Rey
0 comment

(Agradecemos a Rosario Paranormal por este material, y en especial a su director, Alejandro Ghelfi)

Hugo Sosa pensaría en los olores: esa bruma húmeda, invisible, que a veces sube desde el río, tal vez atraía a los animales. Pero esa tarde de navidad, hace 20 años, no tuvo tiempo de pensar en nada. El viernes 25 de diciembre de 1992, Hugo Sosa y su mujer llevaron a pasear a su perro al Parque de España de Rosario, inaugurado hacía apenas un mes.
Cuando subieron a la parte alta del complejo, Preto, un pastor belga de un año y medio salió corriendo y se perdió de vista.
Apenas lo llamaron volvió a aparecer: venía a toda velocidad en dirección contraria. Sosa estiró el brazo para frenarlo, pero fue inútil. El perro siguió de largo, saltó las barandas y se tiró. El ruido que hizo al caer fue “espantoso”, recordaría su dueño. Preto murió en el acto. Al principio, su dueño creyó que se trataba de un accidente aislado, pero no lo era.

¿Donde exactamente?
Ocurre siempre en un mismo rincón del complejo. Una terraza gigante conocida como el Patio de los Cipreses. Por alguna misteriosa razón, los perros suben corriendo hasta ese sector, saltan la baranda y se lanzan al vacío.
Son varios metros de altura, en un insólito salto a una muerte casi segura. Saltaban las barandas y se tiraban. Terminaban unos 20 metros abajo, en el patio del centro cultural o en sus alrededores, muertos o malheridos.

Algunos testimonios
El director de la obra y proyectista ejecutivo del complejo, Horacio Quiroga, contaba entonces que él mismo había sido testigo de los saltos de tres perros que cayeron en el patio del centro cultural cuando estaban trabajando.
La seguridad en el paseo estaba bien contemplada: se habían puesto barandas de un metro diez y rejas horizontales guardavidas, explicó Quiroga, pero a nadie se le ocurrió pensar en la posibilidad de los saltos caninos kamikazes.
“Debe ser una rara fascinación, no sé, de pronto enloquecerán”, dijo. Un año y medio después de la inauguración, se estimaba que unos 50 perros ya se habían tirado desde ese lugar, todos de la misma manera.
En los medios nacionales, esa “rara fascinación” fue amplificándose hasta alcanzar dimensiones de leyenda urbana.
Los que trabajaban en el centro cultural Parque de España no podían asegurar que el número de casos fuera preciso, pero eso no atenuaba el espanto que les producía, algunas mañanas, la bienvenida de un animal agonizante.
Nora Belinsky, una de las empleadas más antiguas del lugar, se acostumbró a mirar con cautela cuando llegaba al trabajo: si distinguía a lo lejos un bulto, intentaba desviar la mirada.
No siempre era posible. Algunas veces, los perros que se habían tirado la noche anterior quedaban estallados en medio del patio, y no había forma de evitarlos: para entrar al centro cultural había que atravesar el patio.
“Durante mi gestión pasaba, pasaba y pasaba, y yo estaba atormentada porque no conseguíamos que nadie reaccionara”, dice Susana Dezorzi, ex directora del Centro Cultural.
“Por un lado, era desgarrador ver que se mataban los perros, y luego estaba también el peligro de que le cayera uno encima a una persona que estuviera en el patio, que era un espacio que se usaba. O sea, era una situación horrible”.
En enero de 2005, después de reiterados pedidos de la institución, la Municipalidad de Rosario envió un equipo de planeamiento a revisar el sector para dotar de mayor seguridad al complejo: decidieron añadir una reja de contención para impedir que los perros siguieran cayendo al patio del centro cultural. Pero los saltos caninos continuaron, a menor escala, del lado del río y en lugares cercanos.

¿Porque lo hacen?
Desde la inauguración del parque en 1992, se elaboraron distintas teorías sobre los motivos que empujaban a los perros a saltar al vacío.
“Hubo años álgidos, en los que se despertó esa curiosidad por saber qué pasaba. Porque un caso podía ser. Dos, bueno. Pero ya cuando fueron diez, se convirtió en un fenómeno inexplicable. Y todavía sigue habiendo casos”, dice el médico veterinario Carlos Cossia.
Las teorías no cambiaron mucho desde los primeros años: los saltos caninos se atribuyeron a una combinación de falta de experiencia de los animales con algún efecto visual o auditivo que se podía producir en la zona.
Tal vez se veían atraídos por los movimientos de los pájaros o de embarcaciones en el río, opinaban los especialistas.
O la circulación del viento alrededor del Patio de los Cipreses podría provocar algún tipo de silbido irresistible para los perros, una especie de canto de sirena que los seduce y atrae a su propia muerte.
O alguna otra cosa, totalmente desconocida. Nadie pudo nunca decirlo con seguridad.
Hace unos años se reportaron varios casos, nuevamente, con mensajes en las redes sociales de gente que contaba los trágicos finales de sus mascotas.
Nadie dio, nunca, mas allá de las diferentes teorias, una explicación exacta de qué es lo que despierta en los canes ese instinto de saltar al vacío.
Entre los casos más extraños de muertes masivas de animales, existe un único antecedente similar al de los perros del Parque España: el del Overtoun Bridge, un puente victoriano en un pueblo escocés llamado Milton, donde decenas de perros –se calcula entre 80 y 100– se han tirado desde la década del 60.
Al llegar a la mitad del puente, los perros tomaban carrera y saltaban el muro, de un metro de altura, obedeciendo a un impulso irrefrenable.

Comparte
0 comment

También te puede interesar

Leave a Comment